De Bilbao a Madrid y, de ahí… al cielo. Los Encajeros, el taller bilbaíno donde se confecciona ropa para la casa desde 1880, ha desembarcado en el madrileño Barrio de Salamanca, cerca de su clientela mas natural. Hoy la firma es regentada por dos representantes de la cuarta generación de la familia. Mónica y María Mendoza, biznietas del fundador, comparten responsabilidades, tareas y viajes, bajo la supervisión de su padre, José Manuel Mendoza.
José Manuel justifican el éxito de Los Encajeros por el refinamiento que siempre caracterizó a las familias bilbaínas. «Vendemos a la gente más importante de España y hacerlo es todo un lujo, pues, además, nos dan muchas ideas. Cuando empezamos había casas en Las Arenas (Bilbao) donde no se ponía un mantel en la mesa con una mínima arruga y las colchas se cambiaban para la visita del médico. En ocasiones hemos tenido que enseñar a hacer una cama en condiciones. Ahora estamos llegando a Palm Beach o a Qatar, donde ya adoptan nuestras costumbres. Y, la verdad, estamos orgullosos, pues son usos artesanales y españoles».
La familia posee un archivo, secreto y muy extenso, con patrones, bocetos y bordados antiquísimos. José Manuel Mendoza recuerda a su progenitor, un señor de gustos muy refinados que se dedicaba a adquirir las mejores calidades en Bélgica (lino) o en Suiza (organdí) para, luego, vender el género en Bilbao. «En aquellos años se vendía por metros, pues todas las casas tenían costureras propias -recuerda Mendoza-. También tratábamos con conventos de monjas, donde se confeccionaban los ajuares para las novias. Por cierto, Don Leandro de Borbón (en aquellos años, Ruiz) era nuestro comercial en dichos conventos».
En la década de los 60 del siglo XX llegó su momento de esplendor al abrir su propio taller de confección. En la actualidad, la firma Los Encajeros cuenta con 40 costureras. «Hay que recordar -explica José Manuel- que en aquellos años se veraneaba en el norte y durante tres meses. A Las Arenas y Neguri venían familias muy importantes y había puestas de largo en las casas. Esto hoy ha ido a menos, pero nos quedó el gusto. Y nuestro nombre empezó a conocerse por toda España. Teníamos buenísimos clientes a lo largo de la geografía nacional, empezando por la propia Familia Real».